Llevamos ya un mes de cuarentena. Por eso este post no va a ser otro listado de cosas que puedes hacer desde el confinamiento. Creo que ya todos sabemos que nos tenemos que cuidar, comunicarnos con los seres queridos, desconectar de noticias, hacer ejercicio, etc.
En los últimos días estoy oyendo una serie de frases que se repiten en mi entorno y en distintos medios (redes sociales, chats, conversaciones): me cuesta concentrarme, se me olvidan las cosas, no me apetece hacer nada, estoy engordando, tengo hambre todo el rato y comentarios similares. ¿Te suenan?
Si te sientes así, es normal. No es que seas vaga o glotón. Es una consecuencia del estrés en tu cuerpo.
Lo primero que me gustaría recalcar es que el estrés por sí mismo, no es malo. Es un mecanismo de defensa que tenemos para afrontar situaciones especiales.
Esa adrenalina extra que sentimos en ciertas circunstancias nos motiva, aumenta nuestro estado de alerta, nos ayuda a ser más creativas, nos aporta herramientas para poder superarnos.
El problema surge cuando la amenaza se prolonga en el tiempo. Nuestros mecanismos para afrontar el estrés están diseñados para durar poco (Ej.: cazar o huir de un depredador). No estamos realmente preparados para un estrés tan prolongado en el tiempo.
Por eso, empiezan a aparecer síntomas de lo que en algunos foros llaman Fatiga Adrenal.
Estos síntomas pueden ser muy variados y a veces es difícil relacionarlos con el estrés. Algunos son más obvios y más fácil achacar a esta situación. Por ejemplo:
- Insomnio. Las preocupaciones, la falta de actividad física y de exposición a la luz natural, el exceso de mirar pantallas y luz artificial, etc., son enemigos de un sueño reparador.
- Ansiedad. Que también se puede manifestar de manera indirecta, como hambre descontrolada o pérdida de apetito, irritabilidad, compulsiones.´
- Depresión. El aislamiento, la incertidumbre, las malas noticias son desencadenantes claros de depresiones.
- Adicciones. Es un problema grave que puede verse agravado en estas circunstancias.
Sin embargo, hay otra sintomatología que puede ser más difícil de relacionar con el estrés. En muchos casos se derivan de la respuesta hormonal y bioquímica que se desencadena en nuestro cuerpo. Los principales problemas que pueden aparecer son:
- Problemas digestivos. Durante situaciones estresantes muchas de las funciones del aparato digestivo paran. No se sintetiza bien el ácido del estómago ni se secretan las enzimas necesarias para la digestión. Se altera la motilidad. E incluso se afecta nuestra flora intestinal.
- Cansancio. A pesar de falta de actividad física o mental, muchos nos sentimos cansados, sin energía, el sueño es poco reparador…
- Cambios en los ritmos circadianos. Es decir, durante el día tenemos sueño pero nos activamos durante la noche.
- Falta de concentración. Poca motivación para leer, trabajar, estudiar, bajo rendimiento…
- Aumento de peso. Aunque no estés comiendo más de lo normal, el estrés hace que se engorde más fácilmente. Es por un mecanismo parecido al del siguiente punto.
- Peor control del azúcar en la sangre. Los pacientes diabéticos pueden notar que sus cifras de azúcar son más difíciles de mantener en rango.
- Problemas menstruales. Ya llevamos un mes de estado de alerta y empiezo a oír a muchas mujeres que comentan retrasos, adelantos, más sintomatología, más dolor, etc.
- Baja libido, disfunción eréctil. Nuestras hormonas sexuales no funcionan bien durante situaciones de estrés.
¿Te suena alguno de estos síntomas? ¿Y qué hacer para solucionarlo?
Hay muchas cosas que se pueden hacer. Iré hablando de ellas en el blog. Pero lo primero es comprender la situación y aceptarla. Nuestro cuerpo sólo intenta adaptarse a la situación y lo hace lo mejor que puede. Sólo necesita un poco de ayuda.
Además puedes empezar a reequilibrar tus hormonas y neurotransmisores intentando desconectar y relajarte. Te dejo un enlace a este artículo en el que hablo de ello.
Y recuerda. Busca ayuda. Si crees que te puedo ayudar, no dudes en ponerte en contacto conmigo.