Fatiga crónica

Fatiga crónica

Cada vez veo más gente con fatiga crónica. En pocos casos es el motivo por el que me consultan. Pero es un síntoma que está presente en muchas otras afecciones.

Se podría definir como cansancio o falta de energía. Puede ser fatiga física, haciendo que el mínimo esfuerzo se sienta como una tarea titánica, o mental, manifestándose en este caso como dificultad de pensar con claridad, falta de motivación o desánimo.

Todos estamos cansados alguna vez. Pero cuando esta sensación se repite día a día y nada parece remediarla, puede llegar a ser muy debilitante y frustrante.

No es raro que fluctúe a lo largo del día. Por ejemplo, hay gente que se despiertan con la sensación de que el sueño no ha sido reparador, aunque hayan dormido ocho horas seguidas. En otros casos, el “bajón” llega a la mitad del día. Y, lo que he observado, es que en la mayoría de los casos por la noche se pasa, siendo incluso difícil conciliar el sueño. ¿Te suena la frase “estaba tan cansada que no podía dormir”?

¿Cómo solucionar la Fatiga Crónica?

Seguro que te imaginas que el café y el azúcar no son la mejor solución. Pueden “disimular” los síntomas de manera temporal, pero a la larga empeoran el problema.

La solución pasa por conocer las causas y solucionarlas y en aportar aquello que el cuerpo necesita para recuperar la energía.

Empecemos por lo primero. Buscar las causas. Y lo digo en plural, porque como en casi todos los problemas de crónicos salud, no hay una sola sino que es el resultado de una conjunción de circunstancias.

En la raíz de la falta de energía está un mal funcionamiento de nuestras mitocondrias. Las mitocondrias son nuestras pilas. Son pequeñas estructuras que se encuentran dentro de nuestras células y que son las encargadas de generar energía. Para funcionar bien necesitan una serie de nutrientes y, especialmente, necesitan protegerse del estrés oxidativo al que se exponen en su actividad.

¿Qué puede estar detrás de la Fatiga Crónica? Estos son algunos de los factores que pueden estar afectando tu nivel de energía:

  • Dieta: nuestra dieta es nuestra gasolina. Pero no solo nos da energía. Nos aporta nutrientes para poder generar y utilizar esa energía. Una dieta pobre en estos nutrientes y alta en alimentos procesados genera aún más estrés oxidativo en nuestro cuerpo, algo que no ayuda a nuestras mitrocondrias.
  • Medicación: algunos fármacos producen cansancio como efecto secundario. Otros, nos “roban” nutrientes. Otros dificultan la absorción de algunas vitaminas y minerales. Así que toma aquellos medicamentos que son realmente necesarios.
  • Inflamación: cualquier causa de inflamación, aguda (como una infección o un trauma) o crónica (como la que se produce por enfermedades, problemas digestivos, etc.), influye sin duda en nuestra vitalidad.
  • Problemas hormonales, como el hipotiroidismo, desequilibrios en las hormonas sexuales, como los estrógenos o la testosterona, se pueden manifestar como cansancio.
  • Estrés crónico: el estrés nos pone estado permanente de hiperactividad. Nuestro cuerpo reclama más energía, más nutrientes y a largo plazo nos llega a desgastar.
  • Problemas digestivos: no solo pueden producir inflamación, sino que puede impedir que absorbamos correctamente los nutrientes.
  • Estilo de vida: la falta de sueño, de actividad física, fumar, la exposición a toxinas y otros malos hábitos tienen un impacto enorme en la salud de nuestras mitocondrias.

¿Entonces, qué hacer?

Primero, busca las causas. Mi consejo es que lo hagas con ayuda de profesionales con experiencia, que sepamos desenmascarar aquellos factores que puedan estar contribuyendo a tu fatiga.

Mientras tratas los problemas de base, cuida de tu mitocondria. ¿Cómo?

  • Descansa. Si estamos cansados, nuestro cuerpo nos está pidiendo, a veces a gritos, que descansemos. Lógico ¿no? Cuida tu sueño, utiliza técnicas de control del estrés, relájate, pásalo bien, desconecta…
  • Nútrete. Nuestras mitocondrias necesitan ayuda para combatir el estrés oxidativo. Así que ingiere antioxidantes. En esto, las reinas son las verduras y las frutas. Sobre todo con colores intensos. Busca que haya muchos colores en tu plato: naranjas, rojos, verdes, morados… ¡Come un arcoiris cada día!

También necesitamos vitaminas, especialmente del grupo B. Y minerales. Encuéntralos en los frutos secos, legumbres, cereales, semillas…

  • Hidrátate. A veces el cansancio puede ser un síntoma de que nos falta agua.
  • Cuida de tu intestino: investiga si tienes alguna sensibilidad o intolerancia. Nutre a tu flora intestinal con fibra. Y si notas que algo no va bien a este nivel, pide ayuda.
  • Muévete. Según tu tolerancia. A las mitocondrias les gusta el ejercicio. Pero vigila tus límites. En casos de fatiga muy severa, forzarse demasiado puede ser contraproducente. En estos casos, ¿qué tal estiramientos o movimientos suaves, como ciertos tipos de yoga o tai-chi? En cuanto tu energía lo permita, ya podrás hacer actividades más demandantes.
  • Desintoxícate: evita toxinas en la comida y en los productos de limpieza, no fumes y minimiza, en definitiva, tu exposición a elementos tóxicos. Y ayuda a tu cuerpo a limpiarse con saunas, combatiendo el estreñimiento, etc. Si quieres saber más sobre cómo eliminar toxinas, hablo de ello aquí.

En este sentido, es muy importante cuidar del hígado, nuestra gran depuradora. Lee más sobre este importante órgano aquí.

 

Además de todo esto, hay una serie de suplementos que ayudan a las mitocondrias a funcionar mejor. Recuerda que ante cualquier duda sobre su uso, pregunta a los especialistas.

Entre estos suplementos encontramos el ácido alfa-lipoico, N-acetil-cisteína, Resveratrol, Coenzima Q10 o la acetil-L-carnitina. Muchos de estos son potentes antioxidantes.

Recuerda que también te puedes ayudar de los omega-3 para combatir la inflamación, usar probióticos para fortalecer las defensas y la salud intestinal, o ayudarte con adatógenos y vitaminas B si el estrés es un factor en tu caso.

 

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HOLA,
SOY ANA

Médica especializada en SIBO

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Durante los últimos 20 años he trabajado en distintos hospitales haciendo una medicina que no me satisfacía plenamente.

Por eso ahora trabajo de manera diferente.

Trato de conocer al paciente de una manera integral para descubrir la raíz de sus problemas, identificar sus características únicas y así poder diseñar un plan acción individualizado, holístico y efectivo.

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