¿Se puede ser vegetariano sin ser vegetariano?

Cuando pensamos en opciones alimenticias, hay una marea de etiquetas que pueden abrumarnos; nos falta información, voluntad o simplemente convencimiento. Como muchos ya sabéis yo soy vegetariana, es una opción personal que tomé mucho antes de dedicarme a la nutrición y está basada en razones más profundas que la simple salud.

Como nutricionista también creo que una dieta basada en vegetales es una dieta altamente saludable: nos ayuda a regular nuestro apetito, mejora nuestra flora intestinal gracias a la fibra y nos proporciona nutrientes básicos para afrontar las enfermedades.

Pensemos en nuestra dieta mediterránea: en ningún momento de nuestra historia ha habido una disponibilidad de producto de origen animal como la que existe ahora. Nuestros antepasados no eran vegetarianos, pero os puedo asegurar que consumían más plantas de las que se suelen consumir ahora.

El aumento de la demanda de productos de origen animal ha impulsado prácticas por parte de la industria alimenticia que empeoran la calidad de aquello que comemos: piensos con un elevado contenido en omega6, antibióticos… etc. Nuestra carne es mucho más inflamatoria de lo que debería ser y además existe una sobreexplotación de los recursos naturales que perjudica nuestro medio ambiente.

Por otro lado, consumimos más proteína de la que necesitamos y no siempre lo hacemos de forma equilibrada atendiendo al famoso mantra de “grasa-proteína-fibra”.

¿Significa eso que todos deberíamos ser vegetarianos?
Soy consciente de todas las alertas que se despiertan en la gente cuando oye el término vegetariano o vegano. En la cabeza se nos mezclan discursos de superioridad moral con imágenes de barbacoas que se escapan volando. ¿De verdad que tenemos que hacernos vegetarianos? Os volveréis a preguntar.

La respuesta es todo lo sencilla y todo lo compleja que queramos. Como nutricionista no estoy en la posición de intentar convenceros ideológicamente de una decisión que atañe aspectos que van más allá de la salud como el amor a los animales o la explotación de los recursos naturales. Es un debate muy complejo que no puede ser abordado desde una sola perspectiva. Ser vegetariano no es de por sí mejor para el medio ambiente, tampoco lo es siquiera comer ecológico, son muchos los factores que hay que tener en cuenta, como por ejemplo ¿de dónde viene este alimento? ¿cuál es la huella ecológica que supone su producción o distribución? Lo que sí es cierto es que moderando el consumo de producto de origen animal ayudaremos a la industria alimenticia a reconducirse hacia un modelo de explotación más sostenible, y mejoraremos nuestra salud. Y es aquí donde quería llegar: se puede ser vegetariano sin ser vegetariano. Es decir, podemos llevar una dieta basada en productos de origen vegetal sin que eso quiera decir que hayamos tomado la decisión de no comer carne.

Llamémoslo dieta fundamentalmente vegetariana, rudivegetarianismo, o simplemente dieta libre de etiquetas, y centrémonos en qué es lo mejor para nosotros ahora, en este momento y con estas circunstancias. Habrá quien decida que no come animales, quien no coma animales ni sus derivados, y quien decida que para su salud es mejor comer menos animales, algo que por otro lado, también es más sostenible.

Hablemos de dieta basada en vegetales o principalmente vegetariana. ¿Qué significa?

Tú creas las reglas, tú las rompes
La elección de nuestra dieta depende de:

Qué está a nuestro alcance, qué está disponible, qué nos podemos permitir, qué necesita nuestro cuerpo, qué nos gusta, nuestros compromisos sociales o nuestros principios. Y nosotros decidimos (si podemos) qué es importante cada vez que tenemos que elegir qué comer. Nosotros creamos las reglas de la comida, y nosotros decidimos cuáles son inquebrantables y cuáles no.

No existe la mejor dieta para todos, y ser demasiado estricto con la nuestra nos puede llevar al fracaso.

Haz pequeños cambios y ve poco a poco.

– Ve ajustando progresivamente la cantidad de carne de las comidas, y sustituyéndola por otros productos de origen vegetal, como por ejemplo champiñones o frutos secos.
– En vez de incluir pollo o atún en la ensalada, sustituye por semillas o frutos secos.
– El primer reto que te puedes proponer es conseguir que el 75% de tus comidas sea de origen vegetal.
– Prueba a visitar restaurantes vegetarianos (o elige la opción vegetariana del menú) descubrirás nuevos sabores y te inspirarás para nuevos platos.

Rescata las legumbres.
Cómelas en platos de cuchara caliente, pero también de otras formas:
en ensalada, en sopa, en hamburguesa o falafel, humus… etc. Combínalas con cereales más proteínicos como la quinoa o el amaranto.

No te muevas en el todo o nada.
Hay gente que es vegetariana entre semana y el fin de semana come carne, hay gente que lo hace solo cuando viaja… Lo importante es lo que hacemos la mayoría del tiempo y no las excepciones. Está bien que nos establezcamos un objetivo, nuestro y personal y nos movamos en función de ese objetivo: perder peso, sentirnos mejor, aliviar los problemas digestivos, comer mejor para enseñar a comer a nuestros hijos, mejorar la industria cárnica…etc. Nuestra contribución, aunque sea a pequeños pasos siempre es mejor que nada.

Compártelo

Suscríbete a la newsletter

Recibe en tu email información sobre salud, nutrición y hábitos de vida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

HOLA,
SOY ANA

Médica especializada en SIBO

consigue la guía de la dieta baja en fodmaps

Descárgate la guía para saber qué alimentos evitar y cuáles tomar libremente

Durante los últimos 20 años he trabajado en distintos hospitales haciendo una medicina que no me satisfacía plenamente.

Por eso ahora trabajo de manera diferente.

Trato de conocer al paciente de una manera integral para descubrir la raíz de sus problemas, identificar sus características únicas y así poder diseñar un plan acción individualizado, holístico y efectivo.

manzana-sidebar

CATEGORÍAS