Los síntomas digestivos son uno de los motivos más frecuentes por los que la gente viene a mi consulta. Y una de las principales causas de estos síntomas son las alteraciones de la flora intestinal.
La flora intestinal, también llamada microbiota o microbioma, se define como: el conjunto de microrganismos que habitan en nuestro intestino. Nuestra microbiota intestinal contiene 100 billones de microorganismos, incluyendo como mínimo 1.000 especies diferentes.
Cada vez hay más evidencia de lo importante que es la microbiota para nuestra salud. Fortalecen el sistema inmune, sintetizan vitaminas y otros nutrientes, ayudan a eliminar toxinas, son imprescindibles para una buena digestión. Y no solo eso. Influyen en nuestro estado de ánimo, actúan sobre el metabolismo, el control del peso y seguro que muchas cosas más que todavía no sabemos.
La flora intestinal no se ha estudiado en serio hasta hace poco. Se sabía que estaba ahí, pero no ha sido hasta recientemente que se ha empezado a conocer su gran impacto sobre nuestra salud. De hecho, cuando estudié la carrera, hace 20 años, se la mencionaba pero no se estudiaba en profundidad.
No sólo tenemos bacterias en nuestro intestino: también en nuestra piel, en la boca, la nariz, las vías respiratorias…
De hecho, se dice que en el cuerpo hay más bacterias que células. Por eso, hay quien considera la microbiota uno de nuestros “órganos” más importantes, como lo puede ser nuestro hígado, nuestro corazón o nuestro cerebro.
Aunque la microbiota está formada en gran medida por bacterias hay otros tipos de microorganismos: hongos, como la famosa Candida, virus e incluso parásitos. ¡Toda una comunidad de inquilinos!
Cuando el equilibrio se rompe
Existen varias maneras en las que la flora intestinal se puede alterar. Al conjunto de estos desequilibrios se las llama Disbiosis. Y pueden consistir en:
- Que haya microorganismos que no son tan beneficiosos, por ejemplo parásitos, amebas o bacterias como la Salmonela.
- Que haya desequilibrios que favorezcan que la población de uno de los organismos crezca demasiado y/o sea demasiado activa. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando hablamos de Candidiasis intestinal.
- Que crezcan bacterias en donde no debería haber o haber tantas. Esto incluye infecciones como cistitis (infección de orina), candidiasis vaginal, abscesos, enfermedad inflamatoria pélvica, etc.
- Existe un subtipo de este último grupo que se conoce desde hace poco, que es el Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado (yo uso el acrónimo en inglés, SIBO, para abreviar). Como dice el nombre, lo que ocurre es que crecen más bacterias de las que debería haber en el intestino delgado.
Los distintos tipos de disbiosis son muy frecuentes. Cada día veo más en mi práctica clínica. Si crees que tu flora intestinal está desequilibrada, no dudes en consultarme.
¿Cómo sé si tengo algún desequilibrio en mi flora intestinal?
Hay ciertos síntomas que nos pueden indicar que hay desequilibrios en la flora intestinal:
- Gases excesivos. Hinchazón. Gases o deposiciones exageradamente malolientes. Diarrea y/o estreñimiento.
- Candidiasis de repetición.
- Infecciones de orina frecuentes.
- En general, si tienes propensión a sufrir cualquier tipo de infección.
- Dificultad de pensar con claridad.
- Problemas cutáneos: rash, alergias, erupciones, picores.
- Deficiencias de algún nutriente, por ejemplo anemia.
SOS: microbiota en peligro
Al haber sido un mundo tan desconocido hasta ahora, lo cierto es que no hemos aprendido a cuidar de la microbiota y la vida moderna no se lo pone fácil para mantenerse equilibrada.
Para empezar, la dieta. Nuestra flora intestinal se alimenta a partir de lo que comemos. Desgraciadamente, la dieta moderna, ultraprocesada, no es la mejor para ella (ni para nosotros). Por ejemplo, es cada vez más baja en fibra, que es uno de los principales nutrientes para nuestras bacterias. El abuso del azúcar también crea desequilibrios, dando de comer a las Candidas y a bacterias no tan amigables. Esto hace que compitan con las buenas, que pierden terreno. Muchos pesticidas o herbicidas, por ejemplo el glisofato, produce daños profundos en nuestro microbioma.
Por no hablar del uso indiscriminado de antibióticos, desinfectantes, bactericidas. Tomar antibióticos si no están indicados no sólo acaba con tus bacterias amigas, si no que hace que cada vez sea más complicado matar a las malas.
El exceso de celo por la limpieza del hogar es otra de las amenazas a las que se enfrentan nuestras amigas. Empobrece nuestro ecosistema y con ello disminuyen sus efectos protectores.
No son tiempos fáciles para nuestras amigas. ¡Cuídalas!
Aquí tienes algunos consejos que puedes empezar a implementar desde hoy mismo:
- Asegúrate de que comes una dieta variada pobre en alimentos procesados y azúcares y rica en alimentos “reales”.
- Aumenta la fibra en tu dieta. Hazlo poco a poco, viendo tu tolerancia. Si no estás acostumbrada puede producirte gases.
- Toma alimentos fermentados (encurtidos, chucrut, y si los toleras, yogurt, kéfir, tempeh y miso).
- No tomes antibióticos si no es necesario. Si los tomas, pregunta a tu médico si puedes tomar probióticos a la vez para minimizar el daño.
- No abuses de productos de limpieza bactericidas en tu casa o en tu higiene personal. Afectan a la diversidad de tu flora.
Y si sospechas que tienes algún desequilibrio, consulta con una especialista. Es importante cuidar nuestro jardín interior.