Hay una metáfora que cada vez se extiende más en el mundo de la medicina. Nuestra salud sería como un árbol cuyas raíces son el intestino.
Esto quiere decir que si nuestro intestino no está sano, nuestra salud será débil.
Por eso, en los últimos años se está investigando más sobre cómo funciona este ógano y las consecuencias de que haya problemas a este nivel.
Y ahora sabemos que un mal funcionamiento del intestino puede desencadenar, perpetuar o empeorar síntomas tan variados como:
- Síntomas digestivos como diarrea, gases, ardor, reflujo, etc.
- Problemas en la piel como acné o eczema.
- Fatiga crónica, problemas para la concentración, pérdida de memoria, dificultad para pensar con claridad.
- Cambios de humor, ansiedad o depresión.
- Alergias múltiples, asma, intolerancias a distintos alimentos.
- Dolores articulares, musculares que no curan con los tratamientos habituales.
- Enfermedades autoinmunes.
- Desajustes hormonales.
Si bien es cierto que no hay una causa única que cause estas enfermedades, en cualquier caso, explorar la salud del sistema digestivo debería ser un paso imprescindible en el manejo de estas situaciones.
Pero ¿qué es eso del Intestino hiperpermeable? ¿Puede un intestino absorber demasiado?
Piensa una cosa:
El intestino es la principal puerta de entrada al interior del cuerpo.
Por eso, está perfectamente diseñado para cumplir distintas funciones:
- Digiere los alimentos, descomponiéndolo en moléculas que puede absorber.
- Distingue lo que es “bueno” y “malo”, lo que tiene que absorber de lo que va a expulsar.
- Convive con los distintos microorganismos que habitan allí, y de los que ya hemos comentado sus importantes funciones.
- Se le llama el segundo cerebro porque contiene numerosas terminaciones nerviosas. De hecho, son más las neuronas que van del intestino al cerebro que al revés. Este órgano está continuamente mandando información de lo que ocurre en su interior.
- Por todas estas razones, un porcentaje muy alto (se dice que hasta un 70%) de nuestras defensas se encuentra alojada en las paredes de este órgano, vigilando lo que pasa allí.
La pared del intestino está recubierta por una fina capa de células, que son las encargadas de absorber los nutrientes y otras moléculas. Estas células están muy firmemente unidas entre sí para que pase solo lo que tiene que pasar y no se cuelen partículas extrañas entre ellas.
Sin embargo, distintas circunstancias pueden hacer que se abran huecos en esta “muralla”. Es lo que técnicamente se llama Intestino Hiperpermeable o Hiperpermeabilidad Intestinal.
Cuando esto ocurre, se introducen en nuestro interior cosas que no tendrían que pasar: toxinas, restos de bacterias, partículas de alimentos mal digeridos.
Esto hace que el sistema inmune, nuestras defensas que estaban allí vigilando, se activen y desencadenen una respuesta inflamatoria ante esta “invasión”. Nuestro cuerpo entra en un estado de alarma.
A la larga, esta inflamación puede tener efectos perjudiciales para nuestra salud. Se sabe que la inflamación crónica puede desencadenar o agravar distintas patologías: enfermedades cardiovasculares, diabetes, desajustes hormonales, enfermedades neurodegenerativas…
También puede ocurrir que esta hiperactividad del sistema inmune le haga muy reactivo hacia cosas que de otra manera debería tolerar: pueden aparecer alergias (reacción excesiva hacia cosas benignas como el polen) o enfermedades autoinmunes (ataque a partes del propio cuerpo pensando que es algo extraño).
¿Qué puede causar la Hiperpermeabilidad intestinal?
Existen muchas situaciones que pueden desencadenar este problema.
- Alergias o sensibilidad a algún alimento.
- Medicamentos como los antiinflamatorios, algunos antiácidos, antibióticos.
- Quimioterapia, radioterapia.
- Otras toxinas que dañen el intestino, como los emulsionantes en la comida procesada, metales pesados, polución.
- Infecciones.
- Enfermedades intestinales, como la enfermedad celiaca o la de Crohn.
- Alteraciones de la flora intestinal, como el sobrecrecimiento bacteriano, candidiasis, parásitos, etc.
- Estrés, trauma.
Como ves, no hay una causa única. En cada persona variarán las circunstancias que le han llevado a tener este problema. Y como cada persona es diferente, tendrán manifestaciones únicas en cada caso.
Esto hace que diagnosticarlo no sea siempre fácil. Y por su puesto, en cada caso el manejo tiene que ser personalizado. Pero de eso hablo en otra entrada de este blog. Si quieres saber más, puedes consultar el siguiente artículo.